Estamos en plena primavera. Ha cambiado la luz, las temperaturas suben y bajan de manera caprichosa. Toda la naturaleza está brotando, creciendo y floreciendo. En los campos verdes se ven mariposas coloreadas y juguetonas. También se ven otros insectos, menos atractivos pero muy útiles para la polinización. Así como para algunos, el invierno suele ser la estación de los deportes y juegos en la nieve, para la mayoría, la primavera es símbolo de esperanza, alegría, energía, deportes al aire libre y grandes proyectos.
No obstante muchos la temen por culpa del polen. Para ellos el polen implica alergias:
- nariz tapada
- ojos rojizos
- picor
- sinusitis
- dolor de cabeza
- y, a veces, ataques de asma.
Por extraño que puede parecer, síntomas de alergia como picor, sequedad de los ojos, irritación de las vías respiratorias, asma, sinusitis, cansancio, fatiga, migraña, mareos, nausea, irritabilidad, etc., pueden ser consecuencias de subluxaciones vertebrales crónicas.
La mayoría de la gente (que no visita un quiropráctico), ignora el hecho de que las ‘subluxaciones vertebrales’ (vertebras desalineadas o bloqueadas) pueden alterar la función nerviosa y la inmunidad de las vías respiratorias. Todos los órganos y tejidos, incluidas las mucosas respiratorias están controlados por el cerebro que se comunica a través de los nervios espinales.
En la mayoría de los niños y jóvenes las subluxaciones vertebrales no suelen causar dolor. No obstante, ejercen una cierta sobrepresión afectando la señal nerviosa que se dirige a las mucosas nasales, de los ojos, boca garganta o bronquios. Dicha señal pasa por los nervios espinales que salen entre estas vértebras. Por muy leve que sea la alteración de la señal, disminuye la respuesta inmunitaria y favorece la inflamación e la irritación de las mucosas.