Estamos en pleno otoño. Después de un verano caluroso y de las vacaciones que pasaron ‘demasiado rápido’, el cuerpo se debe readaptar al cambio de estación y a la rutina diaria. Es la alegre temporada de las cosechas, momento ideal para hacer unos días de limpieza hepática e intestinal aprovechando la gran variedad de hortalizas y deliciosas fruta como las manzanas, peras, uvas y moras. Todas tienen un gran valor antioxidante.
Recomendamos nuestra dieta alcalinizante y desintoxicante a base de poca proteína animal, preferiblemente sólo pescado salvaje, arroz integral, muchas verduras y fruta de estación
¡No olviden la puesta a punto de la columna!
Todos los cambios de temperatura, humedad y presión atmosférica están a cargo del Sistema Nervioso, abrigado por el cráneo y la columna. Haciendo un chequeo y ‘puesta a punto’ de la
columna se optimiza la comunicación entre el cerebro y todos los órganos del cuerpo.
Esto facilita la adaptación a los cambios climáticos, aumentan el rendimiento, la energía vital y las defensas. También mejora el riego cerebral, la memoria y la concentración. Nos prepara para afrontar el estrés cotidiano ‘con las pilas cargadas’.
¿Por qué los niños necesitan revisión y ajustes vertebrales periódicos?
Como ya sabéis, nuestra consulta es una ‘Family Practice’. La mayoría de los niños que vienen regularmente a la consulta han nacido y crecido bajo cuidado quiropráctico. Está integrado en su pautas de cuidado de la salud y les resulta placentero. Siempre saben cuando necesitan un buen ajuste vertebral. Los padres ya no se sorprenden cuando sus niños piden que les lleven a la consulta aunque no tengan dolor y estén aparentemente muy bien.
Dicen que “los niños son de goma” ya que son mucho más flexibles que los adultos y raramente se rompen algún hueso. No obstante, las típicas caídas inofensivas suelen crean subluxaciones del hueso sacro. El dolor pasa rápidamente pero la pelvis y la columna se tuercen.
Las primeras vértebras cervicales se giran, la cabeza se inclina ligeramente para compensar y, en algunos casos, se halla un hombro más alto. Se llama ‘escoliosis’ funcional. Si no les miramos atentamente detrás de un hilo a plomo o un posturómetro es dificil de detectar
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